2013 se quedó con la mitad de mi sonrisa, me dejó una mueca a medias y la ferviente promesa de que el 2014 dibujaría soles en mi cara. Quizás mil soles espléndidos, quizás mil lunas a medio hacer.
El 2013 me puso la miel en los labios, saboreé y supe que quería más. El 2014 me pone la miel en la cumbre de la cima para que escale, para que me esfuerce y para que me relama del logro conseguido después.
El nuevo año presenta retos, oportunidades y deseos pendientes. Deseos a medio cumplir que pronto serán realidades porque entre el deseo y la realidad reside la locura, esa que es tan necesaria porque nos da alas y nos hace volar hasta cimas inalcanzables.
Y en medio de tanta montaña me encuentro otra vez con la fuerza del destino que me empuja a valles placenteros. Me regocijo en sus laderas y espero que el 2014 sea benévolo otorgándome la fuerza necesaria para alcanzar mi destino final.
Y en la dulce espera dejo explotar mi sonrisa, por si acaso Enero es demasiado frío e intenta congelármela…
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