martes, 31 de marzo de 2015

DONDE FLORECE LA PRIMAVERA...



La vida es una sucesión de impulsos. Esos mismos que agitan tu calma y te mueven alma y cuerpo. Son los mismos impulsos que me hacen oscilar como un péndulo y que un día me suben a la luna y otros me bajan hasta los confines que no tienen nombre. Ni siquiera tienen apellido porque los he borrado a fuerza de intentar memorizarlos; y no se queda en la mente lo que se vierte por el corazón.

Esos impulsos me vuelven a situar en lo alto de una escalera, por la que voy bajando con un deseo irrefrenable, con unas ganas locas cogidas por la cintura. Esos mismos impulsos que vuelven la escalera de caracol, con mil recovecos en los que no importan los nombres. A veces no poner nombre a las cosas es un alivio, a veces determinados impulsos te sitúan en la cumbre por un momento. Pero cuando bajas de la cima te lo vuelves a encontrar a EL, el que sí tiene nombre, el que sí pervive en la mente aunque intentes olvidarlo, el que el corazón no destierra porque le ha cogido cariño (siempre fuiste un iluso, corazón).

Otros impulsos me llevan a romper con aquello que no debe permanecer unido: porque no compensa, porque no conviene, porque no se sostiene… Sólo quien lucha por no separarse es con quien merece la pena quedarse.

Y entre escalones desgastados, ganas consumidas, ilusiones imperecederas y ansias infinitas va transcurriendo la primavera, sin flores que dejar en ningún escalón porque estamos en diferentes estaciones. Sólo el mayor impulso logrará algún día situarnos tan alto como merecemos, allá donde se murmura que florece la primavera…



"Amor mio abrígame... vuelve a ser mi PRIMAVERA"




domingo, 1 de marzo de 2015

LA VIDA ES TEATRO



La vida es una obra de teatro. Somos actores en un escenario llamado MUNDO. Y mientras este gira y gira nosotros nos acostumbramos a sus idas y venidas. No hay ensayos posibles, sólo podemos representar la función una  vez y, si nos equivocamos, tendremos que enmendar nuestro error encima del escenario. Haz caso a Charles Chaplin y canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento… antes que el telón baje.

La propia vida constituye el mejor papel que ningún director podría jamás darnos. Somos el mejor personaje que puede existir porque nos representamos a nosotros mismos, de este modo, el vestuario lleva nuestra propia esencia implícita. Por muchas máscaras que, a veces, oculten el rostro tenemos un alma viva detrás de cada una de ellas.

Somos arte, somos espectáculo, somos vida, somos historia.

La vida es teatro, es comedia, drama, realismo y fantasía. Por cada escena de nuestra propia obra teatral: una sonrisa, una lágrima, una duda, una certeza, un guiño a la vida. “¿Qué es la vida? Una ilusión. La vida es sueño”.

Pretendemos hacer la mejor obra de teatro posible, esa que se lleve todos los aplausos, todas las glorias y honores que caben en una vida y en un guión. Para ello interactuamos con otros actores… dialogamos, nos apoyamos o nos damos la espalda, según avance la historia. “Todos a una” Ya se decía en Fuenteovejuna, de Lope de Vega.

Disfrutamos y sufrimos, amamos y odiamos. Incluso a veces se nos olvida la letra y tenemos que improvisar.

“Ser o no ser, esa es la cuestión” decía Hamlet. Pienso que somos lo vivido y que, incluso cuando la vida se torna en tragedia y sentimos que el escenario se nos cae encima, merece la pena luchar porque merece la pena SER. No importa la duración de la representación sino la intensidad de la misma, el buen hacer de los actores, el vibrar encima del escenario… de nuestro propio mundo.
El teatro también es poesía y poesía eres TU.

“¿No  es cierto, ángel de amor que merece la pena formar parte de esta función teatral que llaman VIDA? Disfruta lo que puedas y se feliz porque como encontramos en La Celestina: «Nadie es tan joven que no pueda morir mañana, ni tan viejo que no pueda vivir un día más».

La vida es teatro, el teatro es vida.