Quisiera decirte y no digo que me provocas mariposas en el
estómago, cosquillas en el pecho y hormigueos en mi boca.
Que le robas sueños a mi almohada y se pone celosa cada noche. Que envuelves con paz y calor
este invierno tan desapacible.
Quisiera decirte y no digo que tienes los ojos más bonitos
que he visto nunca. Tan azules como el cielo, tan profundos como un pozo, tan
misteriosos como sólo tú consigues serlo cada día.
Tu piel es tan tersa y limpia como un folio en blanco. A
punto de ser escrita por mis miles de letras, por mis cientos de poemas, por
mis tantas sensaciones. Y en cada poema te querré un poquito cada día, te
odiaré un ratito cada hora y dejaré versos sin acabar para que tú mismo les des
forma.
Y entre verso y verso un beso… nadie mece mis labios como tú
lo haces. Tienes el mar en tu boca y yo, humilde marinera, me dejo llevar por
tu vaivén. Me inundas cada día con tu mar y tus olas, mientras me sumerges cada
vez más en ti.
Tu cuerpo es el perfecto envoltorio del regalo que quisiera
abrir cada mañana. Tan tentador, tan embriagador, tan seductor. Tan demonio que
vences a mi ángel en las mil batallas que libran.
Quisiera decirte y no digo que hoy escribí un poema para ti,
pero que nunca leerás porque no mereces ni la primera de las estrofas.
Quisiera decirte y no digo que tus mil mentiras se comen mil
veces a mis mil verdades. Y ya no hay espacio para más, excepto para dos
personas, sin nada más que añadir o acompañar.
Quiera decirte y no digo que te odio como no he querido a
nadie, aunque creo que eso ya lo sabes.