Puse tus sueños a la luz de las velas,
tal fue la luz que irradiaban
que alcanzaron el cielo.
Nunca nadie supo
que tu cielo era mi suelo,
tu pupila mis ojos
y tus manos el sostén de mis piernas.
Eras mi eje,
eje vital,
en medio de una crisis
con olor a flores.
Mientras afuera llovía,
dentro olía a rosas,
margaritas, azucenas…
Queríamos frenar Enero
Implorando clemencia a la primavera
y ella, tan nítida, se apiadaba de ambos;
Y rugía… expulsando flores por sus fauces.
Y, de pronto, sólo entonces
todo estaba bien,
cuando jugábamos a ser magos
y a intercambiar estaciones
en el filo de la boca.