Puentes, esos que cruzan de un lado a otro, y te dejan
suspendida en el aire…
Puentes por cruzar, o puentes que te atropellan en pleno
cruce, por los miles de obstáculos que subyacen en ellos.
Puentes que aceleran tus pasos o te hacen aminorar la
marcha.
Lo importante es el camino, dicen…
Disfruta del recorrido, exclaman…
Puentes que te acercan a tu objetivo o en donde se bifurcan
los caminos.
Puentes para desandar lo caminado,
Para retroceder lo avanzado,
Para apuntalar lo señalado.
Puentes para disfrutar del paisaje: la claridad de los días,
la serenidad de las noches.
Puentes llenos de bruma… desde donde solo se ve oscuridad.
Puentes hechos de hierro, de barro, de piedra,
Resistentes, vulnerables o sólidos…
Puentes de arcilla para modelar con las manos y darle forma
a la base.
Puentes que se caen y nos parten en dos… por la fuerza del
agua, de lo inesperado, de lo intempestivo…
Puentes que perviven más allá de nuestras civilizaciones;
que nos observan, nos vigilan, nos unen…
Puentes que están ahí, esperando a ser cruzados… al otro
lado nuestros miedos, nuestras dudas, nuestras inseguridades.
Puentes que representan todo lo bueno que llevas dentro y
que se alzan altaneros ellos.
Puentes desde los que observas el infinito y más allá…
Puentes que son un regalo por sí mismos, porque al
desandarlos vuelves a casa…
Puentes que anuncian que sí… que ya llegó… que ya es
NAVIDAD.