martes, 29 de enero de 2019

SILENCIO


Desde lo alto de la azotea  se cierne sobre mí el murmullo de la ciudad:
altanero, rimbombante, locuaz…
y, entonces, aprendo a valorar el silencio:
tímido, humilde, manso.

El silencio  como mejor expresión de uno mismo,
el silencio como moneda de cambio,
el silencio cuando las palabras hieren,
el silencio cuando las acciones lastiman.

Ante ti me rindo, silencio, porque siempre fuiste mi mejor refugio,
porque siempre me meces en las noches frías
y me das cobijo cuando nadie lo hace.

Tú otorgas y yo callo,
tú pacificas cuando yo me rebelo,
tú me acoges cuando me siento deshabitada.

Silencio como redentor,
como protector,
como libertador.

Siempre supe que las mejores conversaciones transcurren en silencio
y que quien nunca habló en silencio, jamás supo hablar.

 Ahora que no oigo nada del exterior
escucho mi interior
y, entonces, lo entiendo todo…



martes, 15 de enero de 2019

MIL CALLES


En la calle late mi ciudad.
Vibra de alegría y gime de miedo.
La calle nos hizo fuertes
Coronando ganador al menos débil.

En las calles viven las almas errantes
vagabundean los corazones
y pernoctan los rumbos solitarios.

En las calles nos hicimos mayores
cuando jugábamos a ser chiquitos.

La calle tiene solera,
albergando un conjunto de soledades
que pujan por transitar en compañía.

Callejeros  que vigilan por donde pisan,
pioneros, de aceras desgastadas, de pisadas
 con rumbos inciertos.

El rumor de la calle lleva escrito tu nombre.
Ahí, debajo de cada farola
bañado por la luz nocturna
las calles murmuran tu historia.

Ciertamente la calle tiene mucho de ti,
quizás también de mí
o puede que de ninguno
porque no pertenece a nadie
solo a quien la habita.

Mil calles siguen llevando hacia ti,
quizás también a mí
o puede que a ninguno de los dos…
Porque no pertenecemos a ningún sitio,
sólo a la piel que habitamos.

En la calle late mi ciudad.
Latimos tú y yo,
al unísono.