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domingo, 7 de enero de 2018

ASÍ COMIENZA ENERO



Y así comienza Enero

comiéndose las ganas por cada bocanada de aíre frío,

como si nos comiera las entrañas el rocío de la mañana

como si no hubiera mañana

porque mañana es hoy todavía



Ganas de comerse los años,

años desganados con un pálpito en el ombligo

obligándome a situarme en el centro de mi barriga

las ganas contenidas

situándome ante la inercia donde me hallo suspendida



Y así comienza el año

a borbotones…

ante una estampida de inviernos sin freno

frente a una avalancha de noches sin tregua

en un vals de números

buscando el número exacto

la exactitud frente a mis ojos

cifrando tus ganas sin mi



Comienza el año en ebullición

saliéndose la vida en cada poro

purificando el desasosiego

convirtiéndolo en hogar





Y así comienza Enero

comiéndose las ganas

en un baile de cifras


domingo, 10 de diciembre de 2017

VOLCANES E ICEBERGS



El peligro de las personas que supieron ser volcán reside en que también saben ser iceberg

Un día te hacen arder, sin más estufa que el calor de sus manos
Y otro día sus dedos, ahora témpanos de hielo, te petrifican de fío.
El peligro de estas personas es que van por la vida sin orden ni predisposición
Acelerando o retrocediendo con desconcierto, volcando su caos en ti, desequilibrando lo que te llevó tanto tiempo equilibrar.

Estas personas se creen con derecho a todo y te inundan con su presencia o su soledad, te pincelan de brillo la mirada o te pintan la realidad distorsionadamente.

Estas personas se podían comprar un volcán en Islandia e irse a vivir a él. Así, cuando se aburran, que se traguen su lava y entren en erupción. Sólo paladeando su propio fuego, quizás resurjan de sus cenizas.

Porque ahora eres sólo eso… ceniza 

 

sábado, 8 de abril de 2017

AHORA RECUERDO...



Ahora recuerdo como temblaba el suelo

Cada vez que exprimíamos el cielo…



Como enlazábamos el alma

Cada vez que alborotabas mi pelo



Ahora recuerdo el crujir de la madera

A golpe de sentimiento

Y como un cielo cuajado de estrellas

Cubría mis recovecos



Ahora recuerdo un pálpito lejano

Y una nube de besos

Un temblor de pestañas

Sobre un puñado de sueños



Ahora recuerdo como temblaba el suelo

Cada vez que volcabas mi cielo.


lunes, 27 de febrero de 2017

CUANDO TIENES QUE SOLTAR LO QUE UNA VEZ TE SALVÓ



La verdad de la vida es que algunas cadenas sirven para atarnos más y otras están para romperlas y liberarnos. La paradoja, quizás sea, es cuando tienes que soltar lo que una vez te salvó. Es entonces cuando te sientes como un pájaro sin nido, libre porque tienes alas pero perdida porque no sabes donde volver.


Es el pecho ahora el que ya no se emociona porque los arrullos quedaron atrás y la distancia perdió el compás. Pájaro descarriado, volando sin rumbo; siguiendo la corriente, como quien sigue el fluir de un río… cuando antes tenía tan claro el destino; cuando antes sí vibraba en cada trino. Sin embargo, de esos rescoldos aún resuena el eco. Porque algunos cariños se impregnaron en tu cuello para siempre, porque algunos amores pían en tu oído por miedo a que los olvides.  Como el rojo de las amapolas, destiñéndose ante cada invierno. Y, quizás, de ese olvido nacen los anhelos que te empujan a emprender el vuelo.


Al fin y al cabo todos somos pájaros. Unas veces volamos en solitario y otras acompañados pero nunca perdemos de vista el horizonte porque es el que limita aquello que no se puede traspasar, esas cadenas imposibles de soltar.


Al fin y al cabo la vida sigue estando llena de paradojas.



martes, 3 de mayo de 2016

CRUZANDO SUEÑOS



Mientras cogía el libro de la estantería no podía apartar los ojos de ella… ¿O era de su libro?...
En cuestión de segundos la biblioteca se le había quedado pequeña. Los “Cien años de soledad” que tenía entre las manos eran el anticipo de cien mil emociones positivas venideras. Gabriel García Márquez le quemaba la  palma de la mano.

-“¿Un café?

Deslizó la nota al otro lado de la estantería, al tiempo que observaba su rubor para después verla asentir. Y entonces supo que nunca más estaría solo. Ni cien años ni un segundo.

El libro escogido por ella, aquella tarde, también constituía el indicio de algo importante. “No digas que fue un sueño” se repetirían el uno al otro a lo largo de la vida.