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viernes, 15 de septiembre de 2017

HAY UN ABISMO ENTRE AGOSTO Y SEPTIEMBRE



Hay un abismo entre agosto y septiembre
Entre lo que dejamos atrás y lo que está por venir
Entre  lo que decimos basta y lo que damos la bienvenida.

Mientras nos dejamos cosas en el tintero porque agosto no nos prestó su pluma
Septiembre nos da boli y papel…
Por aquello de que la pluma está desfasada,
Por aquello de renovarse o morir,
Por aquello de que los nuevos comienzos se proyectan en primavera y se consuman en otoño.

Otoños de hojas que se caen para vestirse de nuevo,
Otoños de lluvia que lavan las heridas,
Otoños heridos que sueñan con curarse gota a gota.

Estamos hechos de agua,
Estamos hechos de gotas purificadoras…
De todo lo vivido y lo sufrido
Lo soñado y disfrutado.

Y el agua fluye en nuestro interior porque seguimos vivos
Porque seguimos en pie…
Porque nuestro organismo, sigue en parte, retroalimentado de todo eso que nos acontece.

Barcos a la deriva buscando su puerto.
Zozobrando en un mar de olas que amenazan con hundirnos
Luchando por  mantenerse a flote
Esforzándonos por permanecer de pie
Haciendo equilibrios en un mundo desequilibrado.

Pero nosotros siempre fuimos más bravos que el mar.
Nosotros  que siempre tuvimos tantos oleajes internos
Y que juramos no sucumbir.

Hay un abismo entre agosto y septiembre
Un mar de olas que cruzar
Un puerto donde arribar.



viernes, 31 de marzo de 2017

BIENVENIDA



Vendió todas las letras del abecedario
Porque no le quedaban ideas.
Y tan enfrascado estaba en su búsqueda
Que se le desparramaron los números por el suelo.

Del viejo árbol aún pendían algunas ilusiones:
La esperanza, la alegría, la expectación…
Preludio de lo que estaba por venir.
Y, como no tenía letras, anunció la llegada de su amada
Con los números que pudo recuperar:

1,2,3… ¡Bienvenida, primavera!

Entonces… el semblante se le llenó de flores
y las ideas volvieron a brotar en su alma.

Bienvenida, por siempre.



lunes, 27 de febrero de 2017

CUANDO TIENES QUE SOLTAR LO QUE UNA VEZ TE SALVÓ



La verdad de la vida es que algunas cadenas sirven para atarnos más y otras están para romperlas y liberarnos. La paradoja, quizás sea, es cuando tienes que soltar lo que una vez te salvó. Es entonces cuando te sientes como un pájaro sin nido, libre porque tienes alas pero perdida porque no sabes donde volver.


Es el pecho ahora el que ya no se emociona porque los arrullos quedaron atrás y la distancia perdió el compás. Pájaro descarriado, volando sin rumbo; siguiendo la corriente, como quien sigue el fluir de un río… cuando antes tenía tan claro el destino; cuando antes sí vibraba en cada trino. Sin embargo, de esos rescoldos aún resuena el eco. Porque algunos cariños se impregnaron en tu cuello para siempre, porque algunos amores pían en tu oído por miedo a que los olvides.  Como el rojo de las amapolas, destiñéndose ante cada invierno. Y, quizás, de ese olvido nacen los anhelos que te empujan a emprender el vuelo.


Al fin y al cabo todos somos pájaros. Unas veces volamos en solitario y otras acompañados pero nunca perdemos de vista el horizonte porque es el que limita aquello que no se puede traspasar, esas cadenas imposibles de soltar.


Al fin y al cabo la vida sigue estando llena de paradojas.



martes, 27 de enero de 2015

EL GUARDIAN DEL CIELO





El puesto de guardián del cielo le quedaba grande; tanto que tenía que tomarse grandes píldoras que le empequeñecieran más y más.


Cuando era tan diminuto como un dragón paseaba entre las estrellas exhalando fuego entre sus fauces.


Guardaba después aquellas estrellas en un cajón, junto a sus píldoras… sin embargo en éstas causaban el efecto contrario, ya que al ingerirlas las estrellas se hacían tan grandes que no cabían en el cielo.

Ahí estaba la misión del guardián: volcar el universo entero, cuajado de estrellas, hasta nuestros pies.





martes, 4 de noviembre de 2014

Ilumíname, Noviembre



Es lo que tiene Noviembre… tan pronto te ilumina la mirada con su sol como te lanza niebla en el rostro con sus nubes. Al fin y al cabo, los meses son como las personas, unos días te regalan el sol para que despiertes; otros se olvidan de apretar el interruptor y el sol no calienta, quedando el astro rey reducido a niebla.

Lo peligroso del asunto es que vivimos a la intemperie del tiempo, sometidos a sus vaivenes y a sus idas y venidas. Esperamos con tanta ansia que alguien brille para nosotros que nos olvidamos brillar por nosotros mismos. Nos recubrimos de niebla y enturbiamos la mirada. La luz se apaga y el interruptor que está asido a nuestro corazón resulta inaccesible a manos ajenas.

Lo peligroso de un corazón que no sabe esperar es proporcional a unas manos ajenas que iluminan soles según amanezca el día. Y  hay días que amanecen más tarde porque hay interruptores que no se encuentran o no quieren ser encontrados. 

Y como tenemos frio y las manos ajenas no resultan tomamos las propias y recubrimos el alma y el cuerpo. Y es ahí, en el calor de lo íntimo, cuando se va la bruma y se enfría nuestra mente. En esa lucidez descubrimos que aunque haya soles que ya no brillen todos los días nace uno nuevo

Hay SOLES dispuestos a iluminar las sombras que dejaron algunas nieblas, las decepciones que  olvidaron algunas ilusiones, las lágrimas que se vertieron como pequeños rayos astrales.

Ni la distancia más enorme puede acabar con la enormidad de un sentimiento, ni el sentimiento más profundo debe manipular nuestro brillo interior. No somos interruptores. Es lo que tiene Noviembre… pese a sus locuras podemos demostrar nuestra cordura.

A ti, Lorenzo.