Como quien mira fijamente al
objetivo de una cámara, queriendo inmortalizar el momento, deseando guardarlo
para siempre pero siendo consciente de que la eternidad dura un instante y que
son esos instantes los que van conformando lo eterno de una vida. Así ha
terminado 2016… con sus instantes vividos, sus ilusiones cumplidas y sus sueños
a medio hacer. Porque lo bueno del paso de los años es que puedes completar el
sueño al siguiente, o al otro, o al otro… tantos sueños por tantas vidas, tantas
ilusiones por tantos años.
Un año que comienza, una vida
nueva por vivir. Este año tendremos tiempo de embarcarnos en nuevos viajes,
subirnos a nuevos trenes… con destino incierto o dudoso pero de la duda también
se aprende y de esos instantes deseando sucederse se disfruta.
Como quien mira el objetivo de
una cámara, como quien pone media sonrisa y la otra media se la guarda para
otros enfoques, otros objetivos… quizás, otros paisajes. Como quien apuesta
todo por nada pero se queda el as bajo la manga. El mundo sigue siendo de los
valientes y los cobardes ahí se quedaron… en los viajes que no emprendieron, en
los miedos que no superaron, en las ganas que no saciaron.
Yo elegí saciarme de 2016, al
igual que haré en 2017. El secreto está en mirar al objetivo a cara descubierta,
sin trampa ni cartón. Como si te quisieras comer la vida a bocados. Como si el
sol brillara para ti todos los días del año. Y no eres consciente de que el sol
está en tu interior…
Bienvenido 2017, vamos a por
todas.