A pesar de todo, a mi me gusta
señalarte como el mes más dulce del año. Te has despertado lluvioso esta vez.
Será que no quieres pasar inadvertido y chisporroteas en la ventana, sin prisa
pero sin pausa.
Te has despertado guerrero
también, será que nunca me concediste tregua, porque sabes que me gusta librar
mil batallas. Sabes bien que suelo salir triunfante, aunque el viento y tu
tempestad me intenten derribar, aun sigo en pie.
Noviembre de tránsito. Noviembre
de esperas. Noviembre nostálgico. Este año te olvidaste de traer caramelos y
arrojas gotitas de lluvia, a contraluz. En cada gota vislumbro un sueño, un
viaje, una ilusión, una promesa.
Noviembre susurrador. Murmuras
bajito, versos al oído, para que nunca te olvide. Y en los susurros de tus
labios subyace mi añoranza.
Noviembre que una vez me diste
tanto pero que el tiempo se encargó de borrar. Aun sigo creyendo en tu dulzura
y en tu vaivén sin sentido. Porque al fin y al cabo los que le damos sentido a
la vida somos nosotros mismos y una vida sin vaivenes es una vida plana.
Noviembre de torbellinos, Noviembre de tiovivos, Noviembre huracanado.
Noviembre, que me has quitado el
sol. Que frio te veo este año, que nuboso, que lejano…
Noviembre dulce, recupera tu
bolsa de caramelos y sigue endulzando mi vida. No hay otoño sin ti. Dulce
Noviembre, dulce esperanza, dulce estación. Porque a veces pasa, porque sigo
esperando que pase, porque sigo creyendo en ti.