Siempre creí en Septiembre. Ese mes que pone
punto y final a pasiones de verano y abre la puerta a sensaciones de otoño.
Septiembre lleva la “S” de: “Sobre todo
Siempre Sonríe”. Este mes sabe que en los nuevos comienzos están escritos
nuestros futuros éxitos. Septiembre es SI y no le voy a negar lo que lleva
escrito en sus siglas.
Ya que anuncias sensaciones con
un SI rotundo… ¿Qué te parece si me serpenteas, Septiembre?
-Zigzaguea sobre mi pelo.
- Serpentea mi piel.
-Ondula mis sentidos.
-Repta por mi cuello.
-Gatea por mi corazón.
Y si alguna vez me canso de tus
serpenteos es porque habré dejado de vivir y me limitaré subsistir. No dejes
que eso ocurra… desliza tus días y tus noches sobre mi intemperie como si
fueras el último mes de mi vida. Sólo así seguiré sintiendo el calor necesario
para continuar… para encender velas con deseos impronunciables y beber licores
que siguen sabiendo a ti. A ti, que no te puedo nombrar aún, te dedico mi
Septiembre: con sus zigzagueos que se dejaron algunos huecos por pulir. Y de
esa falta de brillo nacen algunos lodos, de esos lodos se encienden nuevas
velas, esas velas iluminan pieles serpenteando.
Mientras tú arrastras hacia mí
tus culebreos y mudas algunas pieles, yo retuerzo mi alma, enderezo mi sonrisa
y miro al frente… con mis ilusiones y los días por venir. Mientras llegas,
sonrío al mundo.
Caracoléame, Septiembre. Siempre
tuviste permiso.
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