En la memoria de la piel, allá donde convergen tu norte y mi
sur...
Donde Agosto planta su recuerdo y donde septiembre recoge su
fruto prohibido.
En la memoria de tus ojos, allá donde confluyen un ejército
de octubres de hojas caídas.
Y yo, con tus recuerdos en mi retina, coleccionando hojas
para dar la bienvenida a la próxima primavera.
En la memoria del paladar, que guarda barcos a la deriva
entre olas que bien pueden ser lenguas (o viceversa).
En la memoria de unos labios que anuncian palabras sin
significado y significados más allá de cualquier palabra.
En la memoria de unas manos que tejen amaneceres y un tacto
que imprime paisajes en una piel que juró nunca olvidar.
En la memoria de mi ombligo, que se estremece con cada
cosquilla.
Erizándose con el tacto que recorre mis costillas
Cosquilleando cada rincón de este cuerpo que no olvida.
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