La vida es una obra de
teatro. Somos actores en un escenario llamado MUNDO. Y mientras este gira y
gira nosotros nos acostumbramos a sus idas y venidas. No hay ensayos posibles,
sólo podemos representar la función una
vez y, si nos equivocamos, tendremos que enmendar nuestro error encima
del escenario. Haz caso a Charles Chaplin y canta, ríe, baila, llora y vive
intensamente cada momento… antes que el telón baje.
La propia vida
constituye el mejor papel que ningún director podría jamás darnos. Somos el
mejor personaje que puede existir porque nos representamos a nosotros mismos,
de este modo, el vestuario lleva nuestra propia esencia implícita. Por muchas
máscaras que, a veces, oculten el rostro tenemos un alma viva detrás de cada
una de ellas.
Somos arte, somos
espectáculo, somos vida, somos historia.
La vida es teatro, es
comedia, drama, realismo y fantasía. Por cada escena de nuestra propia obra
teatral: una sonrisa, una lágrima, una duda, una certeza, un guiño a la vida.
“¿Qué es la vida? Una ilusión. La vida es sueño”.
Pretendemos hacer la
mejor obra de teatro posible, esa que se lleve todos los aplausos, todas las
glorias y honores que caben en una vida y en un guión. Para ello interactuamos
con otros actores… dialogamos, nos apoyamos o nos damos la espalda, según
avance la historia. “Todos a una” Ya se decía en Fuenteovejuna, de Lope de
Vega.
Disfrutamos y sufrimos,
amamos y odiamos. Incluso a veces se nos olvida la letra y tenemos que
improvisar.
“Ser o no ser, esa es
la cuestión” decía Hamlet. Pienso que somos lo vivido y que, incluso cuando la
vida se torna en tragedia y sentimos que el escenario se nos cae encima, merece
la pena luchar porque merece la pena SER. No importa la duración de la
representación sino la intensidad de la misma, el buen hacer de los actores, el
vibrar encima del escenario… de nuestro propio mundo.
El teatro también es
poesía y poesía eres TU.
“¿No es cierto, ángel de amor que merece la pena
formar parte de esta función teatral que llaman VIDA? Disfruta lo que puedas y
se feliz porque como encontramos en La Celestina: «Nadie es tan joven que no
pueda morir mañana, ni tan viejo que no pueda vivir un día más».
La vida es teatro, el
teatro es vida.