La taza hirviendo erosiona mis labios incandescentes
Afuera, la niebla empapa los recuerdos de este año que
acaba.
Como un volcán me queman los recuerdos al alba
Mientras su lava quema mi piel ardiente.
La lumbre acaba con todo lo que pudimos ser en 2015
Y no fuimos por el miedo de consumirnos.
El sol tímido, no vence a la niebla
Y no amanece por el temor de confundirnos.
Mientras, el nuevo año despunta en la ventana.
Al alba, entre las nubes, entre los sueños, entre ilusiones
hilvanadas.
Mientras, este año teje recuerdos en mi manta
En la claridad del día, enredado entre niebla disipada.
Y así es como se marcha 2015, un año que quedará marcado a
fuego.
Atrás quedan los impulsos del corazón, las maletas a medio
hacer y un barco sin timón.
Atrás los “quiero pero no puedo” y los puedo pero no quiero.
Atrás aquello que ya no se quiere sin límite porque el barco zozobra. Atrás las
ganas olvidadas en un viaje que ya no tiene retorno.
Por delante un tiempo para ponerle fin a todo lo que nunca
empezó.
Cada nuevo año supone un nuevo viaje. Un nuevo reto.
Cada año nuevo nos retará a ser felices. Ese es nuestro
verdadero destino, allá donde los barcos no zozobran porque navegan sobre un
mar en calma, sobre nubes hilvanadas con sueños. Allá donde los volcanes en
erupción nos siguen empapando de lava la sangre para demostrarnos que seguimos
vivos.