martes, 1 de noviembre de 2016

EXCESIVO NOVIEMBRE



Y un año más llegó Noviembre como  redentor de los excesos del verano
Excesivamente frío, tardíamente lluvioso, otoñalmente sombrío.
Mientras unas lágrimas se confundían con la llovizna sobre el asfalto
Así llovía dentro. Empapando el corazón… otoñalmente vacío.

Un año más llegó Noviembre, nublando aquellos soles que quemaban nuestras pieles.
Inquebrantable mes que me besa la frente enfrentándome a sus quebrantos
Amargo Noviembre que agria mis labios con cada sollozo
Ronco Noviembre que busca tu grito en cada boca
Tu mirada en otros ojos
Tus manos en otros tactos.
Inmutable Noviembre que transmuta mis sentidos
Imperturbable mes que abruma mis quejidos
Inalienable Noviembre que me desdibuja las líneas de tu rostro

Un año más llegó Noviembre, enfriando lo que bullía de calor
Mientras yo, a la intemperie… y añorando la sequía de Agosto




lunes, 29 de agosto de 2016

PURA POESÍA



Era pura poesía. Rimaba con todos mis pliegues, mis pecas, mis dobleces, mis impurezas.

Con ritmo constante, ajustándose simétricamente en todas mis discordancias. Formando la melodía más genuina, la canción que nunca acaba, la poesía que nadie sabe donde empieza pero que siempre acaba en mí. En mis lunares, en mis arrugas, en mis llanuras. Llanamente, una vez más sin revés ninguno, era poesía en estado puro. Puramente bella, puramente tierna.

Métricamente perfecto. Perfectamente medido. Desmedidamente irreal, realmente sin sentido. Sintiendo cada rima, rimando cada sentido.

Era pura poesía, era un amor consentido.


viernes, 8 de julio de 2016

ARDIENDO EN CADA LETRA, TEMBLANDO EN CADA REVÉS




Por cada kilómetro, un latido
Ante cada ilusión, un segundo
Por cada duda, un quejido.

Porque el latido nos hizo más frágiles
Ya que el sentido estaba perdido
Porque llegamos a ser dos cristales
Que se cortaban ante lo prohibido.

Porque el latido nos devolvió la pasión
Dejando  punzar los quejidos
Porque la pasión inició nuestra canción
Iniciando un baile sin sentido.

Porque ardo en cada letra
Porque tiemblo en cada revés…

Y en las medianías de mi entereza
Afloran las cobardías de mi cabeza
Y en las cercanías de tu boca
Izo mi bandera roja.

Porque sueño en cada hoja
Porque lloro en cada olvido


Por cada kilómetro, TÚ
Ante cada ilusión, YO
Desapareció la niebla
Se disiparon las dudas
Apareció la magia
Hechizándonos a oscuras.

Porque no me sostienen las piernas,
Bailas conmigo en tus brazos…



miércoles, 22 de junio de 2016

ESTAMOS HECHOS DE PRIMAVERAS ETERNAS...



Creo que estamos hechos de primaveras eternas. De esas que llegan todos los años y se quedan a vivir en nosotros o se llevan su fragancia para siempre. Eternidades que se vuelven pasajeras o pasajes de la vida que se hacen inmortales en tu interior.

Estamos hechos de suspiros, de anhelos e ilusiones. De ganas y desganas, paciencia e impaciencia. Nervios, previos a más nervios. 

Estamos hechos de amaneceres y atardeceres, a plena luz del día y contando las lunas que nos quedan por vivir. Y tanto llegas a contar que un buen día descubres que no te quedan números. Que al as que guardabas bajo la manga le han derribado tus ansias de sentir. Y pierdes, una vez más la partida, pero sigues apostando por sacar a flote a la reina de corazones que es quien da pálpito a esas ansias desmedidas.

Estamos hechos de promesas en un horizonte incierto. Tan inseguro como el que puedes contemplar a bordo de un avión, cuando las nubes te impiden llegar al fondo del paisaje. Y, entonces, descubres que detrás de esas nubes está tu verdadero destino y que las certezas vienen marcadas por nuestras decisiones ante el rumbo que tomamos.  

Estamos hechos de primaveras que anuncian veranos. Y éste apuesta por dar calor a lo que no tenía color porque la primavera había desteñido. Y, nunca es tarde para vivir el verano de tu vida. Nunca es tarde para pedirle eternidad al tiempo ni magia a los momentos.


Estamos hechos de “nunca es tarde para nada”…




martes, 3 de mayo de 2016

CRUZANDO SUEÑOS



Mientras cogía el libro de la estantería no podía apartar los ojos de ella… ¿O era de su libro?...
En cuestión de segundos la biblioteca se le había quedado pequeña. Los “Cien años de soledad” que tenía entre las manos eran el anticipo de cien mil emociones positivas venideras. Gabriel García Márquez le quemaba la  palma de la mano.

-“¿Un café?

Deslizó la nota al otro lado de la estantería, al tiempo que observaba su rubor para después verla asentir. Y entonces supo que nunca más estaría solo. Ni cien años ni un segundo.

El libro escogido por ella, aquella tarde, también constituía el indicio de algo importante. “No digas que fue un sueño” se repetirían el uno al otro a lo largo de la vida.