LO
QUE HIZO TOMAR LA DECISION DE NO VOLVER… desde la otra orilla veía las cosas
con más perspectiva, aunque la orilla de enfrente siempre tendía a
resquebrajarle el alma un poquito más cada vez. Arañazo a arañazo, iba
absorbiéndole la vida. Jugándose el alma en cada embestida. Enjugándose cada
herida en cada otoño de hojas secas. Esas mismas sobre las que caía cuando no
le quedaban uñas para asirse a la vida.
La
iluminaria, alumbraba hoy su partida. Su
liberación. Su paz infinita. Y ella, como una niña que sigue creyendo que todo
es posible, iba más allá… apuntando su mirada hacia la luna, la cual la acogía
en su regazo y la mecía en cuarto creciente.
Y es que, en verdad estaba creciendo a cada paso que daba. Desde el día
en el que decidió cruzar ese puente plantándole cara al más letal invierno.
Ahí
estaba su recompensa. Esa noche, con más luz que ninguna, refugiada en la luna…
observaba como se acercaba la primavera. Ya nada le arañaba la piel. Desde su cénit,
sentía como las flores la acariciaban.