Las gotas surten un efecto purificante y borran algunos de los demonios que viven en mi interior. Se llevan los miedos y los complejos. Bailo contra la cobardía de la mano de la valentía. Reafirmo mi autoestima con giros acompasados. Mi cuerpo está liberando a mi mente de una manera rítmica y armoniosa, logro alcanzar el equilibrio exacto entre ambos. Ya no me caigo, alcanzo la estabilidad que creía perdida. Pienso en MI.
Por vez primera, desde hace mucho tiempo, ese gran testarudo que me tocó por corazón se relaja y piensa también en TI . Logra comunicarse con el resto del cuerpo y con mi mente, se hacen uno y bailan entrelazados. Escucho como mi alma le susurra al corazón:
-Relájate, corazón. Libera tus cadenas y palpita al son de la música.
-Hacía tiempo que no me dejaba llevar.
-Vive como si no hubiera mañana, siente como si nacieras hoy y ama con un amor inmortal. Relativiza tiempo y espacio proclamándote libre y único.
Ahora pienso en ambos como uno sólo y releo tu nota:
“La respuesta está en ti. Bucea en tu interior. Has construido tantos escudos que has sellado todos los caminos. A menudo el paraguas más útil no es otro que aprender a bailar bajo la lluvia. Cuando te reencuentres a ti misma bailamos”.
Y, entonces, decido no bailar sola nunca más…
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