Sólo los rótulos luminosos
consiguen, a veces, encender la lucecita interior. Incluso cuando los damos la
espalda y tratamos de no verlos ellos siguen ahí: inalterables, imperturbables,
desafiantes… deseando ser observados.
Esos rótulos nos recuerdan, a
veces, que los sentimientos nunca se van. Se olvidan o se ponen a buen recaudo,
pero permanecen en nosotros porque nos hicieron vibrar una vez. .ApasionándoNOS,
seduciéndoNOS, tocándoNOS
Y es ahora, en este verano que
parece no llegar, cuando sigo mirando abajo… Buscando en el final de la
escalera la respuesta, o quizás la pregunta, a todas mis dudas. Sólo las
tormentas veraniegas provocan en mí un torbellino interno y gota a gota, miedo
a miedo, duda a duda consigo darme cuenta de que las escaleras no guardan respuestas.
Las respuestas están en mí y en esos letreros que me empeño en no ver.
Y entonces, cuando me doy la
vuelta, me percato de que la pasión continua, porque nunca se fue… que los
amaneceres siguen despuntando al alba y los anocheceres siguen cuajados de
estrellas. Que las vendas en los ojos te ciegan y te marchitan y que la mejor
solución sigues siendo tú mismo.
Como aquella vieja película: haré
de la pasión leyenda y de la leyenda mi guía. Hasta los peores finales tienen
su eco en la posteridad… hasta las peores pasiones merecen no morir.