viernes, 4 de julio de 2014

ROTULOS LUMINOSOS QUE ANUNCIAN PASIONES LEGENDARIAS




Sólo los rótulos luminosos consiguen, a veces, encender la lucecita interior. Incluso cuando los damos la espalda y tratamos de no verlos ellos siguen ahí: inalterables, imperturbables, desafiantes… deseando ser observados.

Esos rótulos nos recuerdan, a veces, que los sentimientos nunca se van. Se olvidan o se ponen a buen recaudo, pero permanecen en nosotros porque nos hicieron vibrar una vez. .ApasionándoNOS, seduciéndoNOS, tocándoNOS

Y es ahora, en este verano que parece no llegar, cuando sigo mirando abajo… Buscando en el final de la escalera la respuesta, o quizás la pregunta, a todas mis dudas. Sólo las tormentas veraniegas provocan en mí un torbellino interno y gota a gota, miedo a miedo, duda a duda consigo darme cuenta de que las escaleras no guardan respuestas. Las respuestas están en mí y en esos letreros que me empeño en no ver.

Y entonces, cuando me doy la vuelta, me percato de que la pasión continua, porque nunca se fue… que los amaneceres siguen despuntando al alba y los anocheceres siguen cuajados de estrellas. Que las vendas en los ojos te ciegan y te marchitan y que la mejor solución sigues siendo tú mismo.

Como aquella vieja película: haré de la pasión leyenda y de la leyenda mi guía. Hasta los peores finales tienen su eco en la posteridad… hasta las peores pasiones merecen no morir.



lunes, 2 de junio de 2014

SI TU BAILAS, YO BAILO



Si te preocupa algo baila, si dudas o estás al borde del precipicio baila, si te duele el corazón baila y dale ritmo, que no muera de dolor… si los sentimientos son negativos baila hasta que los vuelvas positivos. Sólo bailando hasta el amanecer lograrás ver despuntar el sol entre la oscuridad.

Bailar desentumecerá tus músculos y dará brío a tus articulaciones; agitará tus pensamientos y te aliviará las tensiones. Contra las preocupaciones del alma permite que tu cuerpo se deje llevar…

Animo bailarín o bailarina, la pista de baile al igual que la vida, es toda tuya…


jueves, 29 de mayo de 2014

MI ALMA VIAJERA



Viajar es como una de esas botellas, de arena, de colores… aquellas que todos hemos hecho alguna vez en los trabajos manuales del colegio. Vas añadiendo capa por capa, con los colores que más te gusten, con la intensidad que quieras resaltar. No se mezclan unos colores con otros pero se impregnan de su tonalidad. 

Viajar es tan intenso como una paleta de color. Cada viaje es un mundo y cada mundo una vivencia.
Viajar es descubrir horizontes y abrir los propios. Es una amplitud de miras, un querer ver más allá, una ilusión por descubrir enclaves apasionantes y lejanos. Y sólo cuando viajamos somos conscientes de que hay más vidas, más gentes, más costumbres… viajar nos enriquece porque nos enseña y culturiza. 

Viajar es aprender y desaprender, descubrir y redescubrirnos, pasión y deseo. Y el deseo, a veces, nos lleva a la adicción. Nos volvemos adictos a las maletas en un aeropuerto y a flotar entre las nubes. Maletas a medio hacer y nuevas nubes que surcar… ese es el alma aventurera del viajero: curiosa, insaciable, inabarcable.

Siempre habrá en mi mente una nueva ciudad por visitar, un país al que llegar y un continente por pisar. 





 Viajar es como un arcoíris que llena mi espíritu de estelas de color.

lunes, 28 de abril de 2014

CRUCE DE BANDERAS



Creo fervientemente que la vida es como un día de playa. Puedes tener suerte y disfrutar de la calma y seguridad que da la bandera verde, puedes navegar entre las dudas que representa la bandera amarilla y puedes arder en el intento de lograrlo, con la bandera roja como estandarte.    

En mi caminar siempre compruebo que la arena no queme demasiado mis pies para dar pasos firmes y certeros. Dejo que las olas me mezan y me adentro en el oleaje continuo que implica vivir. Sentir es vivir y viceversa.

Y aquí me hallo, como si ondeara bandera amarilla, como cuando quiero sentir algo pero no sé por dónde empezar. Como si la ilusión me quemara la piel y encendiera, del rojo de la bandera, al corazón. 

Avanzo hacia la playa, cierro los ojos y me dejo llevar porque hoy siento Mayo más cerca que nunca. Siento sus flores en mi retina y retengo su fragancia en mi mirada. Miro más allá de lo que atisban mis ojos y creo sentir un mar en calma. Sólo entonces mi alma se despoja de banderas y de colores porque no entiende de patrias ni de precauciones sino de sentimientos.





Ahí te siento. Hacia ti camino.

martes, 1 de abril de 2014

LO QUE ESCONDE ABRIL TRAS SUS LEGAÑAS

Y envuelto en lluvia se despierta Abril. Este mes perezoso que amanece más tarde y anochece después. Abril me recuerda a mi misma, que en un intento por arañar el día, no quiere que llegue la noche. Y es que arañando (te) siento que aún te tengo.

Despedí Marzo diciendo “adioses” que suenan a lo que pudo ser y no fue, a lo que dejamos en el tintero y se diluyó porque la tinta no era buena o porque teníamos otra que calaba más profundo. Y en las profundidades del corazón si no eres buen marinero te arrastra la marea. Quizás los últimos días de Marzo me haya sentido como un náufrago, quizás no hice nada por subir al bote salvavidas, quizás prefiero conservar las vidas que me quedan cuidando (me) todo lo que soy.


Puede que Abril esconda tesoros entre sus legañas, puede que no quiera anochecer porque él si puede arañar luz al sol. Puede que arroje luminosidad a mis sombras, cuando ya no me quedan uñas. Puede que mi lluvia sea la misma que la tuya y que acabe por empaparnos a los dos.

Pero HOY no me dejo arrastrar por lo incierto y disfruto de lo que quiero y puedo. Dejo mis dudas en tu tintero, cojo otra pluma y comienzo a escribir este mes. Abril, el perezoso, emerge entre las sábanas y quiere comerse el mundo.



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sábado, 15 de marzo de 2014

11-M

Pongamos que hablo de Madrid... la mejor ciudad del mundo, hace diez años. Aquella que nos acogió y que se nos antojaba eterna, donde unos desalmados acabaron con cientos de almas porque ellos ni sabían que tenían.

Hablo de los días en los que creíamos comernos el mundo y se comieron un trocito del nuestro. Me refiero a viajes a medio camino, a citas desatendidas, a vidas arrebatadas en pleno tránsito. Pongamos que pienso en puertas que se cerraron para no volver a abrirse, en sueños y propósitos que se diluyeron, como el polvo, entre un puñado de vagones divididos. Vidas descarriladas porque las separaron de su eje, corazones rotos porque no soportaron la afrenta.
Litros de sangre derramada por litros de sangre donados… y es que aquel día hicimos un pacto de sangre: “Aunque ya no estés aquí, nunca me olvidaré de ti”. Y nuestro pacto quedó sellado, por muchos años que pasen…

Hoy sigo escuchando el pálpito de nuestros corazones unidos, más fuerte q cualquier bomba. Pongamos q hablo de Vosotros.



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lunes, 17 de febrero de 2014

NOVIEMBRE DULCE

AMARGOS FEBREROS QUE AÑORAN DULCES NOVIEMBRES:

Ese Noviembre fue el culpable de todo. Ese maldito mes que se anunciaba tan dulce como el de las películas y nos dejó un regusto amargo. O quizás fue tan sabroso que acabó empalagándonos. Tan colmados estábamos de dulzura que la dejamos escapar por una rendija, no quedó ni un gramo de azúcar en la comisura de nuestros labios y ahí comenzó nuestro fin: en lo agrio de unas bocas. En todos los finales siempre supe ver un nuevo comienzo pero esta vez estaba al borde de un precipicio. Fue la rabia por no saber retener el azúcar de tus labios en mi paladar la que me llevó a morderme la lengua y empezar a sangrar. Sangré pena, dolor y sufrimiento durante meses. Culpabilicé a ese Noviembre que se antojaba dulce de todos mis males, me peleé con el calendario y empecé a arrancarle hojas. Por cada hoja arrancada un pellizco al corazón; y cuando me quedé sin hojas éste no aguantó tantos vaivenes y se puso en huelga.

Me volví apática y gris porque mi corazón estaba a bajo rendimiento. Diciembre, con sus excesos, no me sació. Buscaba dos corazones: el mío magullado y el tuyo, con un enigma por resolver. Dos corazones que se buscaban entre sí y que nunca más se encontraron. Tus enigmas se comieron mi azúcar espolvoreado y ahí me quedé yo: sin aliciente con el que alimentarme.

El año nuevo me trajo un nuevo calendario. El año nuevo me regalaba doce nuevos meses: tres inviernos para arropar mis heridas, tres primaveras para dejarlas cicatrizar, tres veranos para cubrirlas de agua salada y comprobar que ya no escocían, tres otoños con azúcar entre sus hojas.

Y tuvo razón esa mítica canción, fue la fuerza del destino la que me hizo pasar las hojas de un calendario tan incierto como asombroso. Esa fuerza del destino es la que separa dos almas que se juraron amor eterno para juntar otras dos que se regalan eternidad a cada instante. Esa fuerza del destino que me pone delante de un espejo y me dice que mi corazón no está solo porque hay un cuerpo y una voluntad que lo sostienen.

Y, entonces, me atrevo a dedicarte unas líneas y arrojarlas en tu buzón:

“Sólo ahora me doy cuenta de que no merecías tanta dulzura, sólo ahora me doy cuenta de que tu corazón es diabético, sólo ahora me doy cuenta de que por mis venas corre miel y azúcar y por las tuyas sólo escarcha. Ahora sí soy consciente de que te regalé mis mejores meses mientras tú sólo ibas tachando días. Porque no es lo mismo aportar que descontar, hoy soy yo la que descuenta gramos de azúcar de nuestra historia. La historia más dulce ya no me agria la piel. Exprimí los limones que me dejaste con tu partida, no dieron mal zumo, pero ahora prefiero otros cítricos”

Acabo de salir del portal que nos dio cobijo a tantos momentos de pasión y me dejo tentar por la naranja que llevo en la mochila. Sus gajos se entrelazan con mi lengua y logran deleitarme. Nunca me gustó el amarillo, es el color de la mala suerte y el de la gente que no cree en su destino. Me olvido de los limones por siempre. Alzo la vista y los tonos anaranjados del atardecer me hechizan. Me meto otro gajo en la boca y su jugo me cae por la comisura de los labios. Esa boca que creía dormida vuelve a estar viva.

Suena mi móvil, una voz aterciopelada me saca de mi ensimismamiento:

-Hola, ¿Qué haces?

-miraba al cielo.

-¿está bonito?

-Más que nunca, por fin logró librarse de los nubarrones que le acechaban. Ahora tiene el color de las naranjas dulces.

-Siendo así habrá que celebrarlo con un zumo. Te invito a uno.

-Si es de naranja… mil veces sí.

-Sí, de naranja, con una cucharadita de azúcar.

-Dos cucharadas, siempre dos cucharadas, por si la primera se diluye demasiado rápido.

Mientras voy al encuentro un remolino de hojas se enreda en mi pelo. Ahora caigo en la cuenta: Vuelve a ser Noviembre. Noviembre dulce…



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